Para los niños con alto riesgo de sufrir asma, tener un perro en casa elevaría la probabilidad de desarrollar la enfermedad pulmonar, según un nuevo estudio.
Un seguimiento de 380 niños con alto riesgo de asma por antecedentes familiares reveló que aquellos expuestos a niveles relativamente altos del alérgeno canino a los 7 años eran más propensos a desarrollar la afección.
En cambio, no hubo relación entre la exposición al alérgeno felino y el riesgo de asma infantil, publicó un equipo en Pediatric Allergy and Immunology.
Se desconoce exactamente la causa de esa diferencia entre la exposición a los perros y a los gatos.
Un factor sería la endotoxina, una sustancia que produce una bacteria que activa la inflamación de las vías aéreas, según explicó el investigador Chris Carlsten, del Hospital General de Vancouver, en British Columbia, Canadá.
El equipo de Carlsten halló que los niños expuestos al alérgeno canino en el hogar no tenían más riesgo de desarrollar sensibilidad inmunológica al alérgeno canino en sí.
Por lo tanto, una mayor exposición a la endotoxina explicaría por lo menos en parte la relación entre tener un perro en el hogar y el riesgo de que un niño desarrolle asma.
"Los perros tienden a tener altos niveles de endotoxina en el cuerpo porque son perros", dijo Carlsten a Reuters Health. En cambio, los gatos tienen mucha menos cantidad.
Por lo tanto, ¿las familias con antecedentes asmáticos o alérgicos deberían optar por un gatito en lugar de un cachorrito, o deberían directamente evitar las mascotas?
"El estudio no responde esto. Y, en general, no hay suficientes evidencias para realizar una recomendación a favor o en contra de las mascotas en el hogar", dijo Carlsten.
Por ahora, dijo, su consejo para los padres es tomar la decisión según el deseo familiar de tener una mascota, en lugar de hacerlo a partir de los posibles efectos en el riesgo de desarrollar asma.
Los resultados surgen de 380 niños considerados en alto riesgo de desarrollar asma porque por lo menos un familiar de primer grado (padre, hermano o hijo) tenía la enfermedad pulmonar o dos o más familiares de primer grado tenían otras alergias, como eczema o rinitis alérgica.
El equipo reunió a las madres de esos niños durante el embarazo y midió los niveles de tres alérgenos (gatos, perros y ácaros del polvo) en el hogar familiar periódicamente durante el primer año de vida del hijo y cuando el niño tenía 7 años.
Al inicio del estudio, casi la mitad de las familias recibió una intervención para reducir el riesgo infantil de desarrollar alergias y asma.
Eso incluyó la promoción de la lactancia durante por lo menos cuatro meses y la reducción de la exposición de los niños a los ácaros del polvo, las mascotas y el humo de tabaco.
El equipo halló que la exposición a altos niveles de alérgeno canino (por lo menos 2 microgramos por gramo de polvo del hogar) a los 7 años estuvo asociada con casi el triple de riesgo de desarrollar asma, comparado con la exposición a niveles más bajos del alérgeno.
Pero eso ocurrió sólo en los niños en el grupo que participó en la intervención, donde 17 de los 97 niños expuestos a altos niveles de alérgeno canino en el hogar tuvieron asma a los 7 años de edad.