Cuántas veces hemos escuchado sobre alguien a quien le retiraron varias piezas dentales sanas antes de encontrar la del problema real, o el llamado dolor fantasma, que aparece en algunas personas aun después de ya no tener diente alguno.
Científicos de la Universidad de Erlangen-Nuremberg en Alemania encontraron que el cerebro no es capaz de localizar un dolor dental.
Se hizo un estudio en individuos sanos, donde monitorearon la actividad cerebral con una resonancia magnética, al mismo tiempo estimularon diferentes piezas dentales enviando impulsos eléctricos con un vitalómetro (similar a morder un cubo de hielo).
Ellos encontraron que, independientemente de la pieza estimulada, se activaba la misma región cerebral tanto para piezas superiores como inferiores, resultando en una incapacidad del paciente para localizar su dolor.
En la práctica odontológica contamos con diferentes pruebas para probar la vitalidad de las piezas en cuestión:
- Uso del frío.
- Uso del calor.
- Percusión sobre el diente sospechoso.
- Impulsos eléctricos.
Todo esto para localizar un lugar donde el estímulo sea más incomodo, y así tener un poco más de certeza en el diagnóstico de la enfermedad dental.
Este tipo de estudios podrían ser de mucha utilidad para el tratamiento de neuralgias del trigémino, o simplemente para evitar la extracción múltiple innecesaria de piezas dentales sanas.
Hasta ahora no contamos en la odontología con algún aparato capaz de medir el dolor ni su origen,estos estudios podrían ser el comienzo de una odontología más indolora, precisa y atenta al salvaguardo de piezas sanas.