Qué entendemos por relajación?
Danièle Ryman, experta en aromaterapia, en 1995, definió relajación como un estado de conciencia caracterizado por sentimientos de paz, liberación de tensión, ansiedad y miedo. E implicó dos terrenos diferentes: el físico (muscular) y el emocional (pensamientos de calma).
La relajación sería ese estado final deseado, al que podemos llegar a través de un proceso que se puede aprender y practicar (y cuanto más, mejor).
¿La relajación es beneficiosa? Pues lo cierto es que sí. Y es beneficiosa a tres niveles:
· Como prevención de todas aquellas enfermedades o patologías que resultan de un desgaste continuado de ciertos órganos debido al estrés continuo.
· Como tratamiento de aquellas alteraciones con un evidente e importante componente ansioso, como son la hipertensión arterial idiopática (aquella de la que no se conoce el motivo), las denominadas cefaleas tensionales, el insomnio, el asma, o alteraciones de tipo angustia, ansiedad o, incluso fobias.
· Promueve la calma mental, con lo que conseguimos concentrarnos mejor, y pensar de manera más eficaz.
Algunos ejemplos más palpables y constatables de los beneficios que se producen con la relajación son los siguientes:
· Se aumenta la cantidad de sangre que llega al cerebro.
· El cuerpo consume menos oxígeno, ya que lleva puesta una "marcha" menor (como si se tratase de un coche).
· Aparece una relajación muscular en todo el cuerpo.
· Los vasos sanguíneos periféricos se dilatan, con lo que la cantidad de sangre que circula es mayor. Consecuencia de ello, baja la tensión arterial.
· Conseguimos disminuir intensidad y frecuencia del latido cardíaco, y con ello, conseguimos que el corazón trabaje menos, y mejor (lo "gastamos" menos).
· Al respirar más lentamente, disminuimos la frecuencia respiratoria, los músculos implicados se cansan menos, y tienen más tiempo para realizar una respiración, con lo que ésta es más eficaz.
· A nivel mental disminuye la ansiedad, con lo que conseguimos afrontar de manera más eficaz las situaciones de estrés.
Por todo lo aquí expuesto, evidentemente, deberemos ir con cuidado si padecemos una de las siguientes situaciones:
· Crisis repetidas de tensión baja (cuidado en mujeres jóvenes, donde dicho cuadro es más frecuente)
· Diabéticos en tratamiento con pastillas o insulina que puedan dar lugar a bajadas de glucemia, dado que la relajación induce una menor producción de la misma por parte del cuerpo.
· Personas con problemas a la hora de identificarse ellos mismos en el entorno. Psicóticos, por ejemplo.
· Personas que, repetidamente, hagan crisis vagales por hipotensión, por ejemplo (son las típicas lipotimias que pueden aparecer en determinadas situaciones, como cuando estamos en un entorno caluroso, o cuando llevamos varias horas sin comer, por ejemplo).
Danièle Ryman, experta en aromaterapia, en 1995, definió relajación como un estado de conciencia caracterizado por sentimientos de paz, liberación de tensión, ansiedad y miedo. E implicó dos terrenos diferentes: el físico (muscular) y el emocional (pensamientos de calma).
La relajación sería ese estado final deseado, al que podemos llegar a través de un proceso que se puede aprender y practicar (y cuanto más, mejor).
¿La relajación es beneficiosa? Pues lo cierto es que sí. Y es beneficiosa a tres niveles:
· Como prevención de todas aquellas enfermedades o patologías que resultan de un desgaste continuado de ciertos órganos debido al estrés continuo.
· Como tratamiento de aquellas alteraciones con un evidente e importante componente ansioso, como son la hipertensión arterial idiopática (aquella de la que no se conoce el motivo), las denominadas cefaleas tensionales, el insomnio, el asma, o alteraciones de tipo angustia, ansiedad o, incluso fobias.
· Promueve la calma mental, con lo que conseguimos concentrarnos mejor, y pensar de manera más eficaz.
Algunos ejemplos más palpables y constatables de los beneficios que se producen con la relajación son los siguientes:
· Se aumenta la cantidad de sangre que llega al cerebro.
· El cuerpo consume menos oxígeno, ya que lleva puesta una "marcha" menor (como si se tratase de un coche).
· Aparece una relajación muscular en todo el cuerpo.
· Los vasos sanguíneos periféricos se dilatan, con lo que la cantidad de sangre que circula es mayor. Consecuencia de ello, baja la tensión arterial.
· Conseguimos disminuir intensidad y frecuencia del latido cardíaco, y con ello, conseguimos que el corazón trabaje menos, y mejor (lo "gastamos" menos).
· Al respirar más lentamente, disminuimos la frecuencia respiratoria, los músculos implicados se cansan menos, y tienen más tiempo para realizar una respiración, con lo que ésta es más eficaz.
· A nivel mental disminuye la ansiedad, con lo que conseguimos afrontar de manera más eficaz las situaciones de estrés.
Por todo lo aquí expuesto, evidentemente, deberemos ir con cuidado si padecemos una de las siguientes situaciones:
· Crisis repetidas de tensión baja (cuidado en mujeres jóvenes, donde dicho cuadro es más frecuente)
· Diabéticos en tratamiento con pastillas o insulina que puedan dar lugar a bajadas de glucemia, dado que la relajación induce una menor producción de la misma por parte del cuerpo.
· Personas con problemas a la hora de identificarse ellos mismos en el entorno. Psicóticos, por ejemplo.
· Personas que, repetidamente, hagan crisis vagales por hipotensión, por ejemplo (son las típicas lipotimias que pueden aparecer en determinadas situaciones, como cuando estamos en un entorno caluroso, o cuando llevamos varias horas sin comer, por ejemplo).