La boca y los dientes juegan un papel importante en la digestión de los alimentos.
La comida se deshace y se humedece en la boca. Cada tipo de diente cumple una función diferente en el proceso de masticación. Los incisivos cortan los alimentos cuando los muerden. Los caninos, más largos más nítidas rasgan alimentos. Los premolares muelen y trituran los alimentos. Los molares, con sus puntas y surcos, son responsables de la molienda más vigorosa. Al mismo tiempo, la lengua ayuda a empujar la comida contra los dientes.
A medida que masticamos, las glándulas salivales secretan saliva, que humedece los alimentos y ayuda a descomponer aún más. Así como que contiene las enzimas digestivas, la saliva hace que sea más fácil de masticar y tragar los alimentos (especialmente alimentos secos).
Una vez que los alimentos se ha convertido en una masa blanda, húmeda, es empujado dentro de la faringe en la parte posterior de la boca y se traga. Cuando tragamos, el paladar blando cierra las fosas nasales desde la garganta para evitar que los alimentos entren en la nariz.