El paciente afecto del llamado “síndrome de la ATM” acude a la consulta con sintomatología característica en forma de dolor continuado, ruidos articulares e imposibilidad funcional derivada de una mala función de esta articulación. Veamos cómo se diagnóstica este síndrome, los diferentes grados de afectación que puede presentar, y cuál es el tratamiento más indicado en cada caso.
¿Cómo sé si puedo tener el síndrome de la ATM?
Hemos de ser concientes de que este síndrome es muy frecuente y que, en un grado mayor o menor, gran parte de la población puede haber tenido alguno de los síntomas que describiremos. Es la persistencia en el tiempo o la intensidad de los síntomas que nos definirán que verdaderamente estamos delante de problema médico y no de una molestia pasajera . Hay que tener en cuenta que en territorio de la articulación existen gran cantidad de estructuras relacionadas directa o indirectamente y que pueden verse afectadas por este problema (los dientes, la cabeza, las cervicales).
El paciente afecto de esta enfermedad refiere :
- Dolor más o menos intenso en la región articulación, mandibular, y temporal que a veces se confunde con un dolor de oído.
- La mandíbula hace ruido al abrir la boca. Es el signo más evidente y que en muchas ocasiones pasa de ser excepcional a convertirse en habitual e incluso molesto. Los profesionales le denominamos “clic articular”, y manifiesta problemas con el menisco de esta articulación.
- Dolor de cabeza y cervicales. Si los dolores son muy frecuentes, pueden ser un síntoma acompañante que por ejemplo agrave problemas de migraña o distensiones musculares de la espalda.
- Dificultades al abrir la boca, dolor de mandíbula al hablar, al comer o al bostezar.
- Otro síntoma claro es el dolor o el “cansancio” en los músculos de la cara al despertar; igualmente, si la persona con la que dormimos se queja de nuestro “rechinar” de dientes durante la noche (lo que llamamos bruxismo), podemos estar también ante un caso de síndrome de ATM.
Recomendaciones para prevenirlo
Si tenemos uno o varios síntomas descritos anteriormente que nos interfieren en nuestra vida cotidiana, será necesario recurrir a un especialista. Debido a que, como se ha comentado, este síndrome afecta a diferentes zonas del cuerpo, el diagnóstico lo podrán hacer diversos especialistas: un Odontólogo, un Fisioterapeuta, o un Cirujano Maxilofacial o un Psicólogo (puesto que la causa del dolor se puede dar por una situación de estrés, por ejemplo).
No obstante, y antes de que el problema llegue a requerir de un tratamiento, es posible “frenar” su aparición si seguimos los siguientes consejos:
- Como en cualquier problema relacionado con la boca, es fundamental mantener una higiene adecuada de esta y de la dentadura, así como visitar periódicamente al dentista. Reponer los dientes perdidos, prótesis ajustadas y tener un oclusión correcta (manera como cierran los dientes), son las principales garantías para prevenir o minimizar esta enfermedad.
- Cuidar la postura. Sentados o de pie, sobre todo en tareas que requieran mantener durante horas una misma postura, hay que procurar mantener recta la espalda. Y, siempre que sea posible, “moverse”: dejar durante unos minutos el ordenador para hacer unos pequeños ejercicios de estiramiento, por ejemplo.
- Evitar “forzar” la mandíbula si notamos alguno de los síntomas: por ejemplo, no masticar siempre por el mismo lado, evitar apretar los dientes (aunque el bruxismo se da en muchos casos mientras dormimos, también es habitual durante el día, y debemos ser conscientes de que apretamos en exceso los dientes, para dejar de hacerlo). Tampoco es nada recomendable, si ya estamos notando dolor en la mandíbula, abusar de los chicles o morderse las uñas. Por tanto durante el día hemos de vigilar qué actividades nos inducen a mantener los dientes en contacto y apretados y controlar de forma consciente y voluntaria que esto no suceda.
Tratamiento
El tratamiento de este problema es, en una mayoría de los casos, conservador: a través de fisioterapia, tratamiento farmacológico y la corrección de los hábitos que hemos comentado (erradicar el hábito “apretador” diurno, evitar comer alimentos excesivamente duros, chicles, etc) se pueden disminuir considerablemente sus síntomas.
Si los síntomas son importantes, o se repiten a menudo a pesar del tratamiento farmacológico o la fisioterapia, debemos indicar la realización de un estudio de la mordida, y la recomendación del uso de una férula de descarga nocturna. Dicha férula consiste en un aparato de resina personalizado, que encaja en la arcada dentaria y se ajusta a cada paciente, evitando el bruxismo nocturno, con su consecuente desgaste dental, y que provoca en la boca una postura mandibular que evita los efectos perjudiciales de hábitos apretadores sobre la articulación. En algunos casos se recomienda la ortodoncia, en caso que sea necesario corregir la mordida, que puede ser precisamente la causa del síntoma del ATM.
Finalmente, pero sólo en casos muy puntuales, es necesario recurrir a la cirugía, que va desde una simple artroscopia y lavado de la articulación, y la inyección de sustancias regenerativas como el Ac Hialurónico o el PRP, hasta cirugía abierta de corrección de las alteraciones de la articulación (menisco, ligamentos, etc.).
En todo caso, debido a que la patología de la ATM puede estar causada por múltiples factores, es importante que el paciente acuda a un centro donde se le ofrezca un tratamiento multidisciplinario compuesto por diversos profesionales: odontólogo, ortodoncista, fisioterapeuta, psicólogo y cirujano maxilofacial que trabajarán en equipo e individualizarán el tratamiento en cada caso.
Además es importante concienciar al paciente que puede interpretarse el Síndrome de la ATM como un síntoma de una excesiva tensión y estrés general, y que por tanto tomar medidas generales a nivel de relajación y de aliviar tensiones cotidianas debe ser contemplado como un tratamiento complementario pero igualmente importante.