Cuando te hacen una fotografía, todo el mundo te dice:
"¡Di whisky!” “¡Sonríe!" Y tú lo haces -abres la boca y enseñas los
dientes. Cuando te enseñan la foto, ves a una persona feliz devolviéndote la
mirada. Cuanto más sanos tengas los dientes, más feliz parecerás. ¿Por qué?
Es porque tus dientes son importantes por muchos motivos. Si
te los cuidas, ellos te cuidarán a ti. Si tienes los dientes fuertes y sanos,
podrás masticar bien los alimentos para crecer y desarrollarte adecuadamente.
Los dientes también te permiten hablar con claridad. Y sí, también te ayudan a
tener mejor aspecto.
¿Por qué es importante tener unos dientes sanos?
¿Por qué te interesa cuidarte los dientes? Si te cuidas los
dientes, ayudarás a prevenir la formación de la placa dental, que es una capa
muy fina que se pega a los dientes. Tal vez no te preocupe demasiado el hecho
de tener placa dental, pero el problema es que es muy pegajosa y actúa como un
imán para las bacterias y el azúcar.
Como las hormigas en un picnic, las bacterias se enloquecen
por el azúcar que tienes en los dientes y lo descomponen en ácidos que
destrozan el esmalte dental, provocando la formación de unos agujeros en los
dientes denominados caries. La placa dental también provoca gingivitis, una
enfermedad en la que las encías se enrojecen, inflaman y duelen. Las encías son
el tejido rosa y blando que tienes en la boca y que sujeta los dientes.
Si no te cuidas los dientes, no tardarás mucho en tener
caries y dolor de encías. Lo pasarás mal al comer y, desde luego, no te
apetecerá mucho sonreír.
Antes de que se inventara la pasta de dientes
Tenemos una gran suerte de saber tanto sobre cómo cuidarnos
los dientes. Antiguamente, cuando la gente se hacía mayor, se le iban cayendo
los dientes a trozos, lo que era muy doloroso. Para librarse del dolor de
dientes, se los tenían que sacar. Al final, la gente aprendió que era
importante lavarse los dientes, pero todavía no se había inventado la pasta de
dientes. Mientras te lavas los dientes con tu pasta de dientes con sabor a
menta fresca, piensa en las cosas que utilizaba antes la gente para lavarse los
dientes:
tiza o carbón en polvo
zumo de limón
ceniza (ya sabes, lo que queda tras un incendio)
una mezcla de tabaco y miel.
¡Qué asco!
No fue hasta hace unos 100 años que alguien inventó una especie
de crema con sabor a menta para lavarse los dientes: la pasta de dientes. El
tubo de pasta de dientes no tardaría mucho en inventarse, lo que permitió a la
gente poner fácilmente la pasta en el cepillo de dientes. La conducta de la
lavarse los dientes se popularizó durante la segunda guerra mundial. El
ejército de EE.UU. daba cepillos y pasta de dientes a los soldados, y éstos se
lavaban los dientes dos veces al día. En aquel entonces, los tubos de pasta de
dientes se fabricaban con metal; los de hoy son de plástico blando ¡y mucho más
fáciles de manipular!
Hoy en día hay muchas pastas de dientes entre las que
elegir, con multitud de colores y sabores, y hay marcas especialmente
fabricadas para niños. Las personas que tienen los dientes bonitos anuncian
pastas de dientes por televisión y en las revistas. A la hora de elegir una
pasta de dientes, asegúrate de que contiene flúor. El flúor fortalece los
dientes y los protege de las caries.
Para lavarte los dientes, no necesitas mucha pasta: con un
poco de pasta, del tamaño de un guisante, basta. No es una buena idea tragarse
la pasta, de modo que asegúrate de enjuagarte bien la boca después de
cepillarte los dientes y de escupir cuando hayas acabado.
¿Cómo puedes tener unos dientes sanos?
Los niños pueden cuidarse los dientes siguiendo los
siguientes pasos:
Lávatelos por lo menos dos veces al día -después de
desayunar y antes de acostarte por la noche. Si puedes, lávatelos también
después de la comida y después de tomar un tentempié dulce. Lavarse bien los
dientes ayuda a descomponer la placa dental.
Cepíllate todos los dientes, no solamente los que están
delante y se ven más. Dedica un tiempo a los dientes laterales y a la cara
interna de todos ellos. No te cepilles las encías.
Dedica tiempo a lavarte los dientes, por lo menos tres
minutos cada vez. Si te cuesta calcular el tiempo, utiliza un cronómetro o
ponte una canción que te guste para ayudar a pasar el tiempo.
Pregunte a su dentista si un enjuague bucal antibacteriano
de boca tiene razón para ti.
Asegúrate de que tu cepillo de dientes es de cerdas suaves
(en el envoltorio pondrá si es suave, medio o duro). Pide a tus padres que te
cambien el cepillo de dientes cada tres meses. Las cerdas de algunos cepillos
cambian de color cuando toca cambiar de cepillo.
Aprende a utilizar seda dental, lo que es muy importante
para mantener los dientes sanos. Las primeras veces que utilices seda dental
tal vez te resulte extraño, pero en poco tiempo te harás un experto en su uso.
Desliza la seda dental entre cada par de dientes adyacentes y a lo largo de la
línea de las encías. La seda dental permite eliminar los restos de alimentos
ocultos y llegar adonde no puede llegar el cepillo de dientes por muy bien que
uno se lave los dientes.
¡También puede cepillar la lengua para ayudar a mantener el
aliento fresco!
También es importante que vayas al dentista dos veces al
año. Aparte de evaluar si tienes caries o enfermedades que afectan a las
encías, el dentista te ayudará a mantener los dientes superlimpios y tal vez te
enseñe a sacar el mejor partido del cepillo de dientes y de la seda dental.
Para mantener los dientes sanos no sólo tienes que
lavártelos bien y utilizar seda dental -también tendrás que tener cuidado con
lo que comas o bebas. Recuerda que la placa dental está siempre esperando a que
llegue el preciado azúcar. Come abundante fruta y verdura y bebe agua en vez de
refrescos ¡y no te olvides de sonreír!