Si chuparse el dedo pulgar o succionar un chupete crea problemas de deformación dental en 35% de los niños y resultaría negativo para el desarrollo emocional del bebé. ¿Qué hacer? Hablan los especialistas.
El riesgo de deformación dental aumenta a partir de los tres años
Ver a niños de cinco, seis e incluso ocho años chupándose el dedo pulgar llama cada vez menos la atención. En Francia, según un estudio realizado en Cagnes-Sur- Mer en las guarderías infantiles por el equipo del doctor Laurence Lupi-Pégurier, de la Universidad de Niza y Sophia-Antipolis, 80% de los bebés succionan un chupete y 13%, el pulgar. A los cuatro años, 46,5% continúa usando chupete.
¿Existe un riesgo en el desarrollo buco dental y emocional del niño? La cuestión preocupa a tal punto a los ortodoncistas que esta ha sido el tema de apertura de su congreso. La primera observación: cuanto más se tarda en separar al niño del chupete pasados los dos o los tres años, mayor es el riego de que desarrolle problemas buco-dentales del tipo de mordida anterior (con la boca cerrada, los incisos y los caninos, y en ciertos casos también los premolares superiores, no están en contacto con los inferiores) debido a la succión del dedo o el chupete. Un estudio sueco mostró la incidencia que seis horas diarias de succión tienen sobre la dentición.
El chupete preocupa más que el dedo pulgar a los ortodoncistas, ya que para mantener el trozo de goma en la boca el niño debe ejercer una succión más vigorosa, nociva para el paladar, mientras que el pulgar se introduce en la boca sin fuerza. Además, el niño puede ganar autonomía más fácilmente al disponer de un dedo a su disposición en todo momento. "El chupete ideal no existe", puntualiza Jean Marc Dusserre, cirujano dentista. "No existen chupetes fisiológicos y mucho menos "ortodóncicos", como anuncian los fabricantes. Los ortodoncistas somos quienes sabemos qué medios de prevención utilizar para mantener los dientes en el lugar correcto".
El chupete para calmar al niño
"Estamos en contra como ortodoncistas pero a favor como padres". Esta afirmación podría ilustrar el debate sobre la tetina entre padres y profesionales de la medicina. En tanto que objeto que satisface el reflejo innato de chupar presente en el feto desde los tres meses, el chupete es el recurso milagroso para calmar a los niños pequeños en situaciones donde todo lo demás falla: tranquiliza al bebé, le ayuda a dormir, le da sensación de bienestar y, también, favorece la paz en el hogar… En algunos casos las madres ofrecen el chupete a un bebé que no lo reclama. El éxito del chupete se explica en parte por las conclusiones de un estudio publicado en Estados Unidos en 2005 según las cuales succionar el chupete reducía en 90% el riesgo de muerte súbita. Por otro lado, un equipo de investigadores finlandeses (1) estableció en el año 2000 la relación entre succionar el chupete y la aparición de otitis, debido a la modificación de la presión en el oído interno, la cual podría favorecer las infecciones. Obviamente, la disminución del riesgo de muerte súbita es un argumento mucho más poderoso a favor del chupete que el que cause otitis.
El destete, poco a poco
Una vez que el niño se ha habituado al chupete, ¿cómo hacer para que lo abandone? Lo importante para el niño es que se le permita ir dejándolo poco a poco y para los padres, saber esperar el momento oportuno. Ciertos niños lo dejan naturalmente pero para otros puede ser un drama. Cuando se piensa en iniciar el destete es fundamental tener en cuenta el ambiente familiar del momento (llegada de un nuevo hermanito, separación, enfermedad, mudanza…). La idea es ir haciendo al niño menos dependiente del chupete y del deseo de succionar ofreciéndole un sustituto agradable, por ejemplo, darle un masaje, cantarle una canción o leerle una historia, especialmente antes de dormir.
El momento ideal del destete es el comienzo de la guardería, donde el niño caminará, hablará y creará relaciones. Darle el chupete en esos momentos es trasmitirle un mensaje contradictorio. "Por un lado le decimos que es grande (ya va a la escuela) y por el otro, que es un bebé (usa chupete)’’, explica la psicoanalista Claude Halmos. "No creo que el chupete sea necesario y deploro que en ciertas maternidades lo impongan. Lo que cuenta es que haya una madre y un padre que hablen y acompañen al niño"’.
La especialista hace referencia a las etapas difíciles que el niño debe superar. Este, después de disfrutar del pecho de la madre y de los placeres sensoriales de la alimentación debe encaminarse hacia lo desconocido.
Frente al deseo de los padres de calmar al bebé, la especialista afirma que no le hacemos ningún favor dándole algo para que se lleve a la boca. En cambio, hay que "hacerle proyectar hacia el futuro, estimularle para que crezca con preguntas del tipo ´¿Crees que mamá habría encontrado a papá si hubiera llevado un chupete en la boca?´ o ´¿Usa chupete tu héroe favorito?´". Que el niño se chupe el pulgar o coja el chupete sistemáticamente es un signo de problemas psicológicos, grandes o pequeños. "Es mejor animar al niño a verbalizar la pena", puntualiza Claude Halmos. Y si no se sabe por dónde empezar, "consultar con un psicólogo infantil puede ayudar", recuerda la psicoanalista.