miércoles, 10 de julio de 2013

¡El miedo al dentista tiene solución!


Desde la simple aprensión a la verdadera fobia, el miedo al dentista afecta a más de la mitad de la población. Muy a menudo está ligado al temor al dolor y a una mala experiencia infantil. En algunos casos, puede llegar hasta provocar el rechazo de todo cuidado dental.

También llamado estomatofobia en los casos más graves, el miedo al dentista puede tener consecuencias considerables sobre los dientes y la salud en general. Técnicas de relajación, medicamentos, sedación consciente o incluso anestesia general, permiten resolverlo.

El miedo al dentista, uno de los más extendidos

Según un reciente sondeo realizado en Francia, 54% manifiestan temor frente a la idea de consultar a un dentista. Mientras que para un 35% solo se trata de una ligera aprensión, 19% lo consideran un verdadero problema y 2% admiten que nunca consultan a causa de esto. En la mayoría de los casos, este miedo se remonta a la infancia, ya que hay adultos que conservan el recuerdo de una mala experiencia (dolor, tratamientos obligatorios) que transmiten a menudo a los más jóvenes. Se encuentran ejemplos en todas las edades y en todos los medios socioculturales.
Más allá de la simple aprensión que conduce a limitar las consultas y que puede traducirse en manos húmedas o en una aceleración cardiaca una vez en el sillón, el Dr. D. Banoun*, médico estomatólogo nos advierte sobre la estomatofobia: “Como todas las fobias, se trata de un miedo intenso e infundado. Los pacientes vienen acompañados, se desvanecen en la sala de espera, “olvidan” sus citas o simplemente no sacan turno. En los casos más severos, la estomatofobia llega hasta un estado de abandono bucal. Puede acompañarse de otras fobias como el miedo de vomitar, el miedo a la sangre o a los pinchazos.”

Cuando la estomatofobia hace estragos

El hecho de aplazar las consultas hace que se corra el riesgo de agravamiento de eventuales problemas. Sin embargo, más de la mitad de las personas que sufren de esta fobia esperan a que este problema se vuelva grave o fastidioso para consultar. Incluso ante fuertes dolores, algunos prefieren utilizar trucos, diversos medicamentos o drogas el lugar de sacar un turno.
Ante la falta de tratamiento, el sarro se acumula, los dientes duelen cada vez más, se rompen y se caen. “El dolor y la pérdida de dientes puede impedir que uno sonría, hable, coma, salga… con graves consecuencias para la salud y la vida social, destaca el Dr. Banoum. A pesar de todo, algunos enfermos son incapaces de consultar. Tiene vergüenza de su miedo y del estado de su boca, se sienten culpables por haber esperado y temen las observaciones del dentista. La estomatofobia provoca dolores terribles, tanto físicos como psíquicos.”
Las caries no curadas y las enfermedades periodontales pueden también causar patologías cardiacas, problemas otorrinolaringológicos, desequilibrios diabéticos, entre otros.

Las soluciones para reducir la ansiedad y poder curarse

- Primero, ¡hablar!

Sea cual sea el grado de ansiedad, es importante hablar de ello, al menos con el dentista. “Como médicos, debemos preocuparnos del dolor de nuestros pacientes, destaca el Dr. L. Griffiths**, odontólogo infantil. Además, también nos interesa, primero porque un paciente temeroso dudará en volver y luego porque trabajamos mejor en un ambiente sereno”. Los pacientes más estresados pueden solicitar que la primera consulta consista solo en un primer contacto.
Si el simple hecho de sacar turno resulta imposible, y/o si la estomatofobia va acompañada de otros problemas, puede ser útil el sostén de un psicoterapeuta. Para el Dr. Banoum sin embargo, no hay nada mejor que recurrir a otros pacientes estomatófobos que hayan superado sus miedos. Las conversaciones pueden tener lugar en el seno de un grupo de ayuda o en internet a través de blogs y foros de discusión.

- Los trucos y métodos no medicamentosos

Se aconseja evitar cualquier producto excitante y acostarse temprano la víspera de la consulta. Una vez en la sala de espera, el hecho de respirar profundamente, orientar el pensamiento hacia cosas agradables, escuchar música, ayuda a no centrar la atención en el ambiente del consultorio (ruidos, olores) y lo que vendrá.
Algunos dentistas están formados específicamente en uno o varios métodos de relajación que permiten reducir la ansiedad y la percepción del dolor (terapias cognitivas y comportamentales, sofrología, hipnosis, acupuntura, etc.). Puedes encontrarlos en internet o a través del boca a boca.

- Los medicamentos y la sedación consciente

La víspera o el mismo día de la consulta, pueden tomarse medicamentos ansiolíticos o relajantes, prescriptos por el cirujano-dentista.
La sedación consciente puede completar esta técnica o utilizarse por sí sola. El Dr. L. Griffiths la emplea a menudo: “Basta con respirar en la máscara y 5 minutos después, uno está totalmente relajado, como en una nube. Los efectos se atenúan desde que se deja de utilizarla.” Por otro lado, no presenta efectos secundarios y es particularmente útil para los niños, las mujeres embarazadas, las personas mayores y discapacitadas.
La anestesia local sigue usándose en forma sistemática para todo tratamiento que pueda ser doloroso, mientras que la sedación consciente y los medicamentos se utilizan principalmente para disipar las aprensiones y contrarrestar los dolores más leves como la inyección de anestesia.

- La neuroleptoanalgesia y la anestesia general

A los pacientes que por estar demasiado angustiados no responden a la sedación consciente y deben realizarse un tratamiento importante pero relativamente corto, se les puede proponer la neuroleptoanalgesia, una anestesia ligera obtenida gracias a medicamentos analgésicos y sedativos administrados por perfusión. Aunque puede ser ambulatoria, la neuroleptoanalgesia sigue siendo una anestesia, con sus riesgos y contraindicaciones.
En cuanto a la anestesia general, requiere una hospitalización y está reservada, en principio a los casos más graves como por ejemplo, la extracción de varios dientes. El paciente es intubado y generalmente dejado en observación durante la noche. Algunos especialistas aprovechan la ocasión para realizar tratamientos complementarios (cuidados periodontales, colocación de implantes) pero esto está lejos de ser sistemático. En caso contrario, el tratamiento continúa de forma “clásica”.
“El hecho de resolver el conjunto de los problemas en una sola intervención alivia enormemente a los pacientes estomatofobos, destaca el Dr. Banoum. Salen transformados y recuperan la confianza en sí mismos. Algunos hasta aceptan seguir tratándose.”

Prevenir la estomatofobia desde la edad más temprana

Para evitar que el miedo al dentista se instale y se vuelva una verdadera fobia, es importante acostumbrar a los niños a las consultas. Lo ideal es llevarlos al dentista o al dentista infantil desde la edad de 1 año. “El miedo de los niños a menudo está ligado a vivencias paternas, precisa el Dr. L. Griffiths. En realidad, lo que les cuesta a los más jóvenes es permanecer sentados sin moverse y dejarse “manosear” la boca. Acostumbrarlos a frecuentar el consultorio odontológico permite aumentar su confianza y evitar así posibles traumas ante una eventual urgencia”. A continuación, e incluso si no hay dolor o problema aparente, las visitas deben ser regulares, en intervalos de entre tres meses y dos años, en función de las recomendaciones del dentista. A su vez, debe consultarse al ortodontista desde la edad de 9 años.